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Aumentar la motivación: esta es la forma de sacudirse la pereza

«¡Este año todo va a cambiar!» Particularmente cuando termina el año aumentan los buenos propósitos. En ocasiones se eligen como objetivos un estilo de vida más activo, una alimentación más saludable o abandonar los hábitos no saludables. Pero esto suele quedarse durante mucho tiempo solo en buenas intenciones, ya que es difícil sacudirse la pereza. Sin embargo, con los métodos adecuados, es posible hacer crecer la fuerza de voluntad y combatir la pereza de forma duradera.

Consejo n.° 1: tomar conciencia de la fuente de la motivación

El paso más importante para tener autodisciplina es reconocer el "porqué" de cada uno y tomar conciencia de los motivos personales. Y es que la pereza se apodera de nosotros en especial cuando nuestro propósito no proviene de una motivación interior. Es por ello que vale la pena indagar cuál es la finalidad de nuestro objetivo en primer lugar. Es algo que debe tener un significado, o incluso un sentido más profundo, para nosotros. Si nos emociona y motiva la idea de nuestro objetivo, tenemos mayores probabilidades de lograrlo.

Consejo n.° 2: visualizar los objetivos

La consecución de un buen propósito empieza a valer la pena cuando las consecuencias positivas tienen un valor añadido en concreto para nosotros. Por ello puede ser de utilidad imaginarse el éxito: con una mejor perseverancia llegaremos finalmente a la cumbre de la montaña, el cuerpo más esbelto vuelve a entrar en el vestido favorito y seguir formándose abre oportunidades laborales específicas. Las imágenes pueden ayudar a visualizar el objetivo personal. Pero también las emociones positivas anticipadas representan una gran fuente de motivación. Es por ello que también un sentimiento imaginado ayuda a abatir la pereza.

Consejo n.° 3: cuantificar los objetivos

Solo se pueden lograr los objetivos que están bien planteados. Mientras más concretamente esté definido un plan, más probable es que suceda en realidad. Diversos estudios confirman que los objetivos planteados de forma específica y medible son más fáciles de abordar y lograr que los propósitos difusos. Un planteamiento conciso como «a partir de hoy voy a salir a trotar todos los martes y jueves media hora» genera un compromiso mucho mayor que «voy a hacer más ejercicio este año que empieza», lo que a su vez hace que desaparezca la apatía.

Consejo n.° 4: no exigirse demasiado

El planteamiento de objetivos debe representar un desafío, mas no una carga abrumadora. Los objetivos fantasiosos o demasiado ambiciosos vuelven a abrirle la puerta a la pereza. En particular en el caso de los objetivos deportivos conviene pensar a largo plazo y ejercitar la paciencia. Las personas que son nuevas en el deporte no deberían proponerse correr un medio maratón, sino ganar condición en primer lugar. Los objetivos logrados fomentan la motivación, lo que a su vez es la mejor base para plantearse objetivos nuevos o más ambiciosos.

Consejo n.° 5: establecer un plan de acción

La apatía se caracteriza por un gusto por aplazar las actividades y quedarse sentado en el sillón. Establecer un patrón de comportamiento preciso para lograr el objetivo puede ser la solución. Mientras más compromiso genere el plan de acción, más fácilmente se desarrolla una rutina sólida. Esto implica también anticipar estrategias para superar los obstáculos. Si no es posible salir a trotar porque el clima no lo permite, se puede optar por un deporte en interiores o pasar el entrenamiento a un gimnasio.

Consejo n.° 6: celebrar los objetivos parciales

Si mantenemos la perseverancia durante cierto tiempo o si logramos un objetivo intermedio, nos podemos permitir una recompensa, por ejemplo un día de spa. Tener una perspectiva positiva ayuda a mantener la motivación. En los planes de ejercicio los dispositivos de seguimiento pueden ayudar con las recompensas. Cuando quedan patentes los logros y los avances mediante ellos, la perseverancia suele hacerse más sencilla.

Las nuevas conductas se convierten en rutina mediante la repetición continua. Investigadores de la University College en Londres hallaron que toma en promedio unos 66 días hacerse de un nuevo hábito. En cuanto se ha establecido una rutina, los efectos de la pereza se vuelven menos evidentes. Antes de eso, es importante enfocarse en la perseverancia, en lo que la nueva conducta se transforma en algo natural.